La imagen estética del edificio se lee como la de una torre mil-hojas, formada por una cuadrícula de paños apaisados de vidrio, y que una sucesión aleatoria de brisesoleils horizontales protegen y resaltan. Consecuencia y resultado de la fugacidad de la mirada desde la autopista, se pretende que surja como un elemento sin escala y de carácter escultórico, definido tan sólo por las sombras que arrojan las lamas de aluminio, y donde las referencias, tanto de forjados como de elementos estructurales, desaparecen.